Eran un matrimonio de recién casados. Ella inspiraba en su joven marido mucha curiosidad. Estaba deslumbrado por la forma en la que su mujer veía la vida.
Muy distintos entre sí, complementaban el ying y yang perfecto.Pero al cabo de un tiempo, cuando comenzaron a transcurrir los meses, lo que más le había gustado de ella, comenzó a incomodarlo.
Él se encontraba en un estado de angustia existencial y no hacia otra cosa más que culpar a su esposa; la cual no había dejado de ser fiel a su línea, desde el primer día.
-"No te tomes nada personal" ella le insistía.
Y él, en cambio de pedirle ayuda para iniciarse en el proceso de desapego del que tanto ella hablaba, prefería cerrarse y considerar imposible aquellas afirmaciones que tanto le costaba procesar. Eligió llamarla manipuladora, idealista, utópica, y soñadora.
Hasta que un buen día, ella decidió marcharse a la montaña. Justificó que esa sería la única forma que ella tenía de proceder para cuidar su esencia. Estaba agobiada por la situación.
Y así fue, días después se encontraba conectada con la naturaleza, haciendo reverencias y Saludos al sol, a la luna; utilizando la energía del lugar para potenciar la suya. El sol era su Dios Y la Luna su Diosa. No hizo otra cosa más que reafirmar sus teorías y entrar en una perfecta comunión con la energía creadora, la energia del amor. Potencio su lado femenino desde el bautismo con la madre tierra. Invocó sabiduría ancestrales, a través de rituales chamanicos y ritos sagrados. Se convirtió en la mujer que abrazaba a todas las demás mujeres en su ser, la madre de todas las madres; la belleza autóctona del lugar. En sus ojos se veía la luz, y en su rostro todos los demás rostros. Su corazón se volvió tan noble, que se ubicó en las profundidades del océano de sentimientos de la humanidad.
Nada podía pasarle: dejó de ser, para Ser, verdaderaderamente. Un renacer de la especie en una certeza ya anunciada.
Su marido en la urbe, inexperto, sumergido en una necedad juvenil, en una estrechez mental; nunca había podido comprenderla. La admiraba, pero no la comprendía.
Separandola, senteciandola, y apuntandola una y otra vez.
En la ciudad, él se quedó habitando la lujuriosa morada que juntos habían construido. Él no podía desprenderse de ningún concepto, y mucho menos de sus posesiones materiales. Había sido un hijo mimado, y cuidado. Rebelde, con inclinaciones bohemias, pero sin la fuerza de poder manifestarse. Por ello, su fascinación con su mujer, por ello su rechazo a lo desconocido.
Sentía que cualquier cambio lo dejaba incierto, como el extranjero que llega a tierra desconocida, y su desafío es descubrirse, y descubrir el lugar. Él temía. Y su temor lo iba cerrando más y más. Su corazón blando y amoroso, se volvía rígido a la luz de sus conceptos y teorías.
"En vez de pensar, se", ella solia decirle. Y él repetia esas frases en su mente; pero todo le daba vueltas, cual carrousel. ¿como ser si estoy inseguro?, pensaba.
"Mejor estoy sólo y sin esos fantasmas. Seré como soy" se decia a si mismo. Pero por dentro su angustia existencial, lo ponía frente a situaciones frías, gente marchita, conversaciones sin sentido; sonrisas de compromiso. Regresaba a su hogar, y la buscaba. Sentía que buscaba su niñez, sus risas y carcajadas desinteresados, buscaba el relajarse ante una charla con un oráculo, con su guía, la honestidad que no encontraba fuera. Pero quería superarlo, se excusaba pensando que eso ya pasaría. Y que estaría mejor de ese modo, en solitario.
Mientras tanto, en la montaña, la bella mujer no hacia otra cosa más que invocar al Amor incondicional, a la abundancia absoluta. Abierta al universo y a la ley del karma. Obrar bien.la acción correcta; y tan grande fue su labor, que un buen día llegó un hombre aquella montaña. Era un sabio. Estaba en busca de la libertad del ser. Ella se fascinó con su energía. El era un renunciante; había cambiado una vida de conmoción y oscuridad; por otra de libertad y amor incondicional. Al llegar al encuentro, le dijo "te has movido con la ley del karma, dando tu buena acción a lo largo de muchos años. Todo lo que hiciste fue para llegar aquí. Todo lo que yo hize fue para llegar aquí. Lo que tú dejaste atrás, era mi realidad hasta ahora. Y lo que yo he dejado atrás, hubiera sido la tuya si continuabas en la misma senda. Estamos en la montaña, en el punto donde nuestras almas se cruzan. Resultado del karma preciosa flor de loto" exclamó el apuesto hombre con una sabiduría ancestral. Tenía seguridad, y la expresaba. Ella se inspiraba con cada palabra y despertaba en una realidad que jamás le había sido ajena. Era el resultado de sus teorías. Su visión cósmica estaba cobrando un sentido mágico con la presencia de aquel ser.
Esa noche sus almas cambiaron el curso de sus vidas, en la cumbre de la montaña a la luz de la Luna.
Esa noche en la ciudad, su esposo sintió que debía enfrentar sus miedos, porque su vida estaba gris. Sin sentido. Ya se había marchado lo que pensaba que era su obstáculo, y en cambio se sentía más frustrado. La extrañaba. Se extrañaba a él mismo cuando ella lo calmaba. Decidió emprender el viaje hacia la montaña en busca de su esposa. Ya habían pasado varios meses desde su partida.
Al llegar al lugar, se sorprendió al no encontrar rastros de su mujer. Comenzó a llorar desconsoladamente, se sintió desfallecer miles de veces. Sufrió sin límites.
Ella ya había partido gracias a su karma.
El decidió quedarse en aquella montaña, para conectar con la esencia de la que tanto hablaba, para invocarla.
Una vez más, el karma de esa mujer seguía actuando, positivamente, sería lo que transformaría la vida de un desdichado hombre, en sabiduría de amor incondicional... ahora si él atento a las señales del cielo.
por Maria Gonzalez
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